Oct 12, 2021 Servicio de noticias NACIONALES, POLÍTICA
Aníbal Fernández y NIK protagonizan un escándalo político y mediático que ocupa la mayoría de las horas de los programas políticos (y no tanto) de la televisión argentina (ver nota relacionada).
Para entender la magnitud que tiene este nuevo cruce que se inscribe en lo estrictamente político, hay que revisar a los protagonistas, con frondosos «prontuarios», que le ponen más color y calor a la cosa.
Por un lado Aníbal Fernández. El quilmeño volvió al Gabinete tras la derrota de las PASO, siendo muy pedido por la militancia, con tres misiones:
-ordenar la Seguridad nacional, en manos anteriormente de la antropóloga Sabina Frederick que para muchos, tenía una “mano blanda”.
-responder todas las críticas que se le hagan al Gobierno, de acuerdo al tono en que se formulen. Si las diatribas se ponen picantes, Aníbal se pone picante y depone lo argumental, claramente, en favor de la chicana si la discusión lo amerita.
En política, es lo que se podría definir como un “killer”, que garantiza que hará lo que se le pida para sostener el proyecto político que lo contiene.
Tuvo algunos episodios en el pasado que retornan en los discursos opositores permanentemente: la famosa “sensación de inseguridad” de la gente (frase de la que después se arrepintió), bajándole el precio a un flagelo terrible, especialmente para los habitantes de las periferias de las grandes metrópolis; y haber asegurado, como funcionario de CFK, que “Argentina tiene menos pobres que Alemania”.
Por el otro lado está Cristian Dzwonik, el humorista gráfico macrista que publica en La Nación. NIK es más que un caricaturista que se dedica al humor. Sus dibujos tienen más influencia en la opinión pública que la de muchos columnistas estrella. Tiene una línea editorial durísima y muy agresiva con el gobierno nacional actual, y especialmente cuando se refiere a los 12 años de kirchnerismo.
Las polémicas para NIK no son algo nuevo.
En 2018 fue repudiado en un congreso de Autores, en Santiago de Chile, por los continuos plagios en los que incurre en su trabajo.
Los otros invitados al evento le dedicaron un comunicado que decía: “Los y las dibujantes, historietistas, escritores y lectores que firmamos el presente comunicado repudiamos la invitación del dibujante Cristian Dzwonik al Festival de Autores de Santiago”.
Los firmantes lo justifican “debido a su contumaz e incesante historial de plagios a colegas que degrada e infringe la ética del oficio, creemos que con dichas invitaciones y reconocimientos en festivales donde se celebra a los autores no se hace más que reforzar la impunidad de su mala práctica”.
Joaquín Lavado, el genial padre de Mafalda y víctima del plagio del dibujante, debió reclamar que «atento el silencio guardado por el dibujante Cristian Dzwonik (a) Nik y el Diario La Nación a mi pedido de que se publicaran en forma conjunta la tira de la serie «Mafalda» y la de «Gaturro», suplo tal omisión reproduciéndolas por este medio con el objeto de ponerlas a consideración de los lectores, manifestando públicamente mi desagrado por sus similitudes más que evidentes”.
En un homenaje a Quino en La Rural, los organizadores de la Feria del Libro tuvieron la desagradable idea de que quien lo cierre sea NIK, que aceptó el convite.
Quino, un caballero, fue, se sentó, escuchó, y al terminar, cuando el stand se vaciaba se acercó a NIK y le dijo: “No tenés vergüenza, pibe”, tras lo que pegó media vuelta y se fue.
El personaje más famoso de NIK, con el que creció en fama y en fortuna, Gaturro, sería una copia bastante fiel de Gardfield, un gato atorrante creado por el norteamericano Jim Davis, casi 20 años antes.
La tirria entre Aníbal y NIK no es nueva, y lo dijo el mismo ministro hoy, dando explicaciones sobre su tuit: “El siempre escribe ORT (la escuela donde irían las hijas de NIK, el dato que habría revelado indirectamente Aníbal) en sus dibujos. ¿Ustedes no los ven? Yo sí, siempre veo los dibujos de él”.
La “delicadeza” que NIK le pidió la ministro, le faltó al referirse al nombramiento de Fernández en el gobierno, al que llamó “La Morsa”, relacionándolo con el narcotráfico y el triple crimen de General Rodríguez.
Esa acusación, mediatizada en el programa de Jorge Lanata fue desmentida por la Justicia, que probó que La Morsa era Julio César Pose, un exagente de la SIDE.
La denuncia fue días antes de las elecciones del 2015, y fue una de las claves del triunfo de María Eugenia Vidal en la provincia de Buenos Aires, y de Mauricio Macri en Argentina.
Fuente: Tiempo de SJ
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