
Con decenas de platos en la mesada y diferentes comidas en la mesa, Carolina Rubilar prepara todo para que equipos de científicos del Observatorio Carlos U. Cesco, en El Leoncito, en Barreal, se deleiten con las preparaciones. No lo hace sola, dos compañeros, Silvia y Ángel, quienes trabajan a la par en un escenario sanjuanino de ensueño.
Mientras cocina y atiende a los comensales, mira por la ventana y hace 14 años que no se cansa de hacerlo. Custodiada por la misma Cordillera de los Andes que en este julio se tiñó de blanco, la mujer asegura que pasó la mitad de su vida trabajando en el lugar y sus labores allí no las cambiaría por nada.
«Es una bendición trabajar acá, yo soy de Barreal, acá es como nuestra casa, tenemos la mitad de nuestra vida», dijo la mujer mientras realizaba las tareas, a Diario La Provincia SJ.
Con decenas de platos en la mesada y diferentes comidas en la mesa, Carolina Rubilar prepara todo para que equipos de científicos del Observatorio Carlos U. Cesco, en El Leoncito, en Barreal, se deleiten con las preparaciones. No lo hace sola, dos compañeros, Silvia y Ángel, quienes trabajan a la par en un escenario sanjuanino de ensueño.
Mientras cocina y atiende a los comensales, mira por la ventana y hace 14 años que no se cansa de hacerlo. Custodiada por la misma Cordillera de los Andes que en este julio se tiñó de blanco, la mujer asegura que pasó la mitad de su vida trabajando en el lugar y sus labores allí no las cambiaría por nada.
Allí, contó que pasó diferentes fechas importantes como las patrias, y también los cumpleaños de los seres queridos y familiares, ya que el viaje hasta arriba de la estación implica varios kilómetros desde Barreal. Las despedidas de diferentes compañeros y miembros de los equipos investigadores, también marcaron sus vivencias en la cocina del Observatorio.
«Pasamos Días de la Madre, cumpleaños, todo, y cuando llegamos a nuestros hogares nuestros hijos ya están crecidos. Siempre con la cordillera atrás, es hermoso», dijo melancólica por los recuerdos y emocionada por su lugar de trabajo.
Detrás de las cámaras pero partícipe de la charla, Silvia, comentó en relación a las vivencias de Carolina, que ella reside en la ciudad de San Juan y viaja a Barreal por varios días. Allí pasó Navidades y otras épocas importantes.
Apasionada por la cocina y por su Barreal querido que acuna su vida, Carolina confesó que supo crear vínculos con diferentes personas adentro del observatorio, que se convirtieron en amigos para toda la vida. «Venir acá y mirar el paisaje, trabajar así, es una fortuna», cerró.
Fuente: Prensa Diario La Provincia SJ.