Abr 25, 2021 Servicio de noticias DEPARTAMENTALES, MINERÍA, SAN JUAN
Acaba de estrenarse la segunda temporada de un documental que muestra la cordillera de los Andes, donde ella se crió y trabaja.
Tras una toma del sol reflejándose en los campos de Iglesia, con la cordillera de fondo, aparece ella, sentada en su auto, con su campera naranja despidiéndose de su hija en su Bella Vista natal. Aparece recorriendo un camino entre la nieve, y de repente, trepando a un “camión fuera de ruta” en la mina Veladero. Tremendo todo: monstruoso el Caterpillar que maneja, inmensa la montaña. Así se presenta Ruth Espejo en el documental de Netflix “Andes Mágico”, que acaba de estrenar su segunda temporada y en uno de sus capítulos, donde habla de Argentina y Chile, aparece esta sanjuanina, nacida, criada y que trabaja en el corazón de la mole andina, en Iglesia.
“Yo soy de Bella Vista, a los pies de los Andes a 154 kilómetros de la cordillera. Es un lugar muy lindo y tranquilo. Y el nombre de mi pueblo hace alusión a eso, a la montaña, a lo que ves, con todo el paisaje bellavistano. Es imponente”, cuenta Ruth.
En febrero del año pasado, cuando la pandemia no era parte de la rutina de los sanjuaninos, Ruth recibió un llamado de la minera para la que trabaja con la propuesta de salir en la filmación, donde se muestra la grandiosidad de la cordillera continental más larga del planeta, pasando por 7 países desde Argentina a Venezuela. La habían elegido para que le cuente al mundo su testimonio de una mujer con toda su vida forjada por la montaña. “Yo soy tímida pero mi hija me dijo ‘dale mamá, es una oportunidad única’. Fue muy lindo poder hacerlo”.
Fueron cinco días de filmación, arriba del emprendimiento de oro y luego en Bella Vista, que se presenta en imágenes con su verde y sus cumbres exhibiendo uno de los paisajes más espectaculares de San Juan.
Los Espejo, domadores de monstruos
En el pueblo todos conocen a los Espejo. Su conexión con los Andes es innegable. Ruth, de 34 años, es la mayor de 6 hermanos, de los cuales 3 –dos mujeres y un varón-, además de su padre, trabajan en la mina operando camiones gigantes. “Mi papá está hace muchos años que está, es multipropósito. Ayalén y Luis que son mis hermanos hacemos lo mismo. Con Luis somos monitores también, o sea que enseñamos a otros a operar los CAT793”.
Ruth domina un monstruo de 5 metros de alto por 7 de largo y se dedica a transportar por los intrincados circuitos de la mina hasta 240 toneladas de material rocoso. Ella siempre maneja el mismo, el número 368, que la espera cada 14 días, cuando le toca estar 12 horas diarios conduciendo. De la flota de 45 camiones de Veladero, 3 los manejan los Espejo. Y “el Zurdo”, como lo conocen a su papá, opera no sólo CAT sino también enormes palas y cargadoras.
“Yo entré en 2017, antes me dedicaba a trabajar para la Municipalidad, y fue todo casual. La empresa recibía currículums y tuve suerte y cuando me dijeron que era para operar camiones fuera de ruta, al principio como todo me dieron miedo y nervios a la vez. No me encontraba capaz de manejar tremendas máquinas. Y recibí apoyo de mi padre y mi hermano que me decían que son equipos pesados pero se aprende”, cuenta.
La iglesiana hizo un curso teórico de 3 meses y luego de 3 más de práctica junto a un monitor, hasta que aprendió a usar los comandos de esta máquina que tiene volante y palanca de cambios pero que es muy diferente a los vehículos tradicionales. “A mí me encanta manejar. En mi casa andaba cuando empecé en un Ford Ka, imagínate”, dice.
Tras filmar, la bellavistana siguió con su rutina, de trabajar 14 días a la luz del sol, 14 días descansar y 14 días a la luz de la luna. Con el calor rajando la tierra o con la nieve llevando el termómetro a dos dígitos bajo cero, lleva el mineral o estéril. En una jornada llega a hacer entre 17 y 25 viajes. A veces completa el circuito en 20 minutos, a veces en 40. Los camiones están programados para una máxima de 50 km/h pero en las pendientes Ruth va a 11 km/h con su pesada carga que una pala pone en su lugar en tan solo 3 minutos. “Nunca me aburro”, asegura.
En los 14 días que no está “arriba”, Ruth disfruta de su familia, su hija Sheyla de 11 años y su esposo Daniel Mondaca que es policía. La nena terminó saliendo también en el documental y él no pudo porque le tocó trabajar a 60 kilómetros de su pueblo.
“En Iglesia es muy poco el servicio de internet y la mayoría de las casas son humildes no pueden pagar ese servicio. Cuando se filmó el documental fue una revolución, con las cámaras, los drones, todos me miraban. No me dieron guion, solamente conté cómo vivía”, recuerda.
El 1 de abril, sonó de nuevo el teléfono de Ruth, cuando desde la productora le avisaron que se estrenaba el capítulo, el 4 en la segunda temporada, donde es una de las protagonistas de esas vidas signadas por la cordillera. Ese día, los Espejo comieron empanadas viendo Netflix en el celular de Ruth, en una amplia mesa rodeada de magia andina.
Fuente: Tiempo de SJ
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